ANÉCDOTAS DE MI PAPÁ: Compañero de viaje

febrero 17, 2021

El fin de semana pasado, durante uno de mis acostumbrados y gratificantes paseos ciclísticos con mi hija adolescente (visitamos el antiguo asentamiento de un castillo samurai construido hace 500 años), mientras pedaleaba, iba pensando en un rasgo suyo que ya había notado unos años atrás: su curiosidad y su naturaleza aventurera la hacen ser flexible, le permiten explorar más allá del plan trazado. Salió a su padre. Jajaja.

A la hora del almuerzo, en un paraje montañoso muy apacible, dentro de la otrora fortaleza, aproveché para explicarle a mi hija que me alegraba mucho que ella y yo compartiéramos esa flexibilidad, y que la misma era también característica de su abuelo paterno.
Cuando mi papá y yo viajábamos solos, prácticamente lo único planificado era el punto de llegada. Nuestros viajes eran auténticas aventuras exploratorias. En esas situaciones, nuestro carácter relajado y adaptable nos posibilitaba hacer cambios sobre la marcha, salirnos del plan de ruta cuando quisiéramos.
Siempre recuerdo con especial emoción nuestros periplos juntos por la costa oriental venezolana, cuando íbamos a visitar a la familia en Carúpano, ciudad natal de mi papá. Podíamos detenernos en muchos puntos a contemplar el idílico paisaje marino (la mayoría de las pinturas en la casa familiar, allá en Venezuela, son marinas, por la directa conexión que tenía mi papá con el mar), o salirnos del camino para incursionar en algún poblado pintoresco, o pararnos repentinamente para darnos un breve chapuzón en alguna playa paradisíaca, o hacer un alto aquí y allá para degustar algunos de los sabrosos alimentos locales.
Eran buenos tiempos, cuando Venezuela aun contaba con una infraestructura turística bastante decente; cuando el local y el foráneo podían disfrutar de las infinitas bondades de nuestro rico y hermoso país, en un ambiente de orden y seguridad aceptables. Como siempre digo, distaba mucho de ser un país perfecto, pero podíamos recorrerlo, admirarlo, palparlo, disfrutarlo.
A Chávez, Maduro, sus secuaces y colaboradores los condenaré y repudiaré por siempre, no sólo por ser una banda de criminales que somete cruelmente a mi pueblo, sino por haber arruinado nuestra Tierra, nuestro paraíso.
Discúlpenme el amargo paréntesis. Volviendo a los momentos felices con mi papá, en su «cumpleaños» (11 de febrero), y a 18 años de su partida,  quiero agradecerle eternamente por nuestros emocionantes viajes juntos; por hacerlos más divertidos con su carácter jovial y su espíritu aventurero, y, hay que decirlo, con su deseo paterno de hacerme feliz a mí, su hijo y compañero de viaje.
¡Feliz cumpleaños, papá!