Robé golosinas en la tienda
Adorada hija, algunas cosas que hice de niño me dan vergüenza contártelas a ti y a las demás personas. Pero, como sabes, lo hago para que veas que tu papá – que siempre te pide que te portes bien – cometió muchas faltas en sus años de infancia – y en todas las etapas de su vida – y como una forma de pedir perdón a mis “ángeles” y a todas las personas del mundo. Por cierto, algunas de esas cosas malas que hice se las dije a mis padres (tus abuelos paternos) hace ya muchos años, porque no me sentía bien; me sentía como un mentiroso con ellos, quienes siempre me enseñaron que hay que portarse bien, ser una buena persona todo el tiempo.
También quiero decirte que ahora solamente puedo contarte aquellas cosas que puedes entender a tus 5 añitos de edad. Hay otras cosas que, aunque las voy a escribir aquí para que las lean otras personas mayores (jóvenes y adultos), te las contaré a ti más adelante, cuando seas una muchacha grande, para que las puedas entender mejor.
Lo que te voy a contar hoy pudiera parecerle una simple travesura infantil a mucha gente, pero es algo peor. Algo que no me gusta recordar y que, como digo al principio, me da mucha pena contar.
Aun hoy no puedo entender por qué aquel día (yo tenía unos 9 años de edad) me pasó por la mente la pésima idea de entrar a un supermercado de mi localidad, y llevarme una barra de chocolate sin pagarla, es decir, robármela. ¿Me entiendes, bellísima? Tú sabes muy bien que cuando uno agarra cualquier cosa en el supermercado, o en cualquier otro lugar donde vendan algo, hay que pagar un dinero (como ese juego que a ti te gusta tanto, donde primero yo soy el vendedor y tú la compradora, y después cambiamos), porque esos productos no son nuestros sino de los dueños de la tienda. Y si uno se lleva las cosa escondidas para no tener que pagarlas, es algo muy, muy malo. Uno nunca debe quitarle o robar algo a alguien. Primero, porque esa persona trabajó mucho para tenerlo. Segundo, porque a nosotros tampoco nos gustaría que alguién nos robara nuestras cosas. Además, si uno hace eso, es visto como un ladrón y puede ser castigado muy duramente. Si un adulto roba, hasta puede ser metido en una cárcel, ese lugar con rejas de hierro donde meten a las personas que se portan muy mal.
Es verdad que hay niños – y también adultos – que han tenido que robar algo de comer porque tienen muchísima hambre y no tienen ningún dinero para comprar comida. Aunque eso también es robar, tenemos que pensar que si esas personas no hacen eso podrían morirse de hambre. Por eso el castigo para ellos no debería ser tan duro como el de alguien que robe teniendo dinero suficiente. Para que los niños y demás personas no roben hay que enseñarles desde muy pequeños que eso no es correcto, que hay que estudiar y trabajar en la vida para poder tener aquellas cosas que necesitamos y queremos. Pero de eso te hablo después, mi princesa…
Recuerdo que ese día yo cargaba en mi mano un cuaderno escolar, así que escondí la barra de chocolate entre sus hojas, muy rápido, cuidando que nadie me viera. También recuerdo que, aunque sentí temor de hacerlo por saber que era algo muy malo, las ganas fueron más fuerte que yo. Pero, lo peor, hija linda, es que me parece que volví a robar un chocolate una vez más. Pero no estoy seguro; no puedo acordarme.
Imagino que lo hice porque en ese momento no tenía dinero para comprar. Pero eso no me quita culpa, porque yo tranquilamente pude haber esperado un poco más; ir a la casa y pedirle el dinero a mis padres, quienes seguro me lo hubieran dado.
Quiero que pienses, mi corazón, en lo que me hubiera pasado si me descubren robando. Tal vez me hubieran llevado a la policía para que me regañaran muy fuerte. Seguramente le hubieran dicho a mis padres y tal vez a mis maestros de escuela. Hubiera sido una situación bastante fea, desagradable, para mí y mis padres, quienes hubieran sufrido una gran vergüenza sin merecerlo. Y yo iba a quedar como un ladronzuelo delante de todos.
Entonces, mi ángel, aunque aquel chocolate estaba delicioso, robar es algo muy malo. Y si me descubren robando, yo me iba a sentir muy avergonzado por mucho tiempo, y además mis padres me castigarían por mucho tiempo también, por lo que todos pasaríamos muchos días tristes. Así que hubiera sido muchísimo mejor que aquel día yo tuviera más fortaleza en mi mente, para portarme bien, ser un niño bueno y no robarme aquel chocolate.
Por último, te contaré algo que me contaron a mí unos amigos, hace ya bastantes años, cuando yo todavía estaba estudiando en la universidad, en Venezuela. Ellos me dijeron que una vez estaban pasando vacaciones en un lugar muy bonito de mi país, que tiene muchas playas bellas y muchas tiendas donde comparar ropa muy bonita, muy buena y muy barata. Uno de ellos tuvo la muy mala idea de robarse algo que le gustaba mucho, para así no tener que gastar su dinero. Además, invitó a los otros amigos a hacer lo mismo, y ellos le hicieron caso. Así que, aquel día todas esas personas se robaron algunas ropas de aquella tienda. Y según recuerdo, me dijeron también que después volvieron a ir varias veces a ese bonito lugar de Venezuela, y siempre hacían lo mismo.
Lo más grave, mi preciosa, es que esos amigos míos (que ya eran personas adultas, y con dinero) me contaron eso como si fuera algo muy bueno y divertido; algo para aplaudirlos. En ese momento yo no fui valiente para decirles que eso estaba mal. Pero, sí recuerdo que me quedé muy preocupado, pensando que a veces las personas – y nosotros mismos – pueden hacer cosas tan malas como esa de robar ropa en una tienda, y pensar que es algo muy bueno; algo para que los demás los feliciten. ¿No te parece que es algo muy feo, y sobre todo muy triste, mi vida linda?
Dios te bendiga, hija.
Papi