¿Se comunica usted realmente en japonés con su hijo?

La palabra “comunicarse” tiene varios usos, pero para los fines de este escrito tomaremos: “conversar sobre un tema en profundidad”; “expresar pensamientos y sentimientos”, y afines.

Mi esposa es japonesa y yo venezolano. Para el momento cuando nos establecimos en Japón, hace 6 años, ella estaba embarazada, y yo no hablaba absolutamente nada de japonés (los dos nos entendemos en inglés). Y confieso, no sin vergüenza, que en todo este tiempo, apenas si he adquirido un nivel básico. Pero, sobre esa limitación mía les hablaré en otra ocasión.

 Por nuestra condición de matrimonio intercultural multilingüe, desde el momento cuando mi señora quedó encinta, el idioma en el que nos comunicaríamos con nuestro bebé pasó a ser una de las máximas prioridades familiares.

Sabíamos que el bebé, al nacer y crecer en Japón, con mamá a su lado, aprendería su lengua materna naturalmente. Así que la comunicación madre-hijo estaba plenamente asegurada. Por mi parte, sabía que para garantizar que aprendiera mi idioma satisfactoriamente, tenía que hablarle en español desde el mismo instante de su nacimiento, o incluso antes…

 Algunos padres en situación similar se preguntarán, muy válidamente: ¿no sería preferible que el/la progenitor(a) hispano(a) adquiriera el japonés, primera lengua del hijo, considerando que estamos en Japón y que es sumamente beneficioso en muchos aspectos, como la adaptación cultral, el trabajo, etc.?

 El aprendizaje del idioma anfitrión debería ser una obligación para los inmigrantes. Es muy cierto. Y supone muchas ventajas para los padres hispanos – y de otros grupos lingüísticos. Pero, si la persona domina el idioma local poco o medianamente, el grado de comunicación con sus hijos en japonés será siempre mucho menor que en español (si éste se le enseña al bebé desde que nace). O sea, a menos que los padres hispanos sean bilingües, es decir, que tengan un excelente dominio del japonés, sólo podrán entenderse con su hijo a un nivel elemental, sin la posibilidad de verbalizar pensamientos y sentimientos complejos, lo que limitará notablemente la experiencia comunicativa con su pequeño.

En cambio, si logramos que el niño aprenda nuestro idioma materno a una edad temprana, estaremos en capacidad de expresarle lo que pensamos y lo que sentimos cabalmente; podremos explicarle con claridad el mundo que lo rodea; enseñarle la experiencia de vivir, desde nuestra particular perspectiva personal y cultural, lo cual es fundamental en su desarrollo armónico como persona.

 Existen ideas de cómo enseñar una segunda lengua a los hijos como parejas internacionales hay en Japón. Por ejemplo, algunos padres consideran que es mejor esperar a que el niño entre a la escuela para enseñarle un segundo idioma.

 Si bien debemos aceptar la validez de todos esos enfoques, ya que son concebidos por los progenitores en función del bienestar de sus pequeños, nuestra modesta sugerencia es que estemos siempre al día con lo que nos dicen los expertos en la materia. Por ejemplo, que mientras más temprana sea la estimulación lingüística, más temprano y sólido será el aprendizaje de la lengua.

 En nuestro caso particular, tenemos una hija de 5 años. En lo que respecta a la comunicación verbal propiamente dicha (hay otros niveles de comunicación humana), su condición bilingüe nos ha permitido a mi esposa y a mí disfrutar plena y «lingüísticamente» todas y cada una de las etapas de su primera infancia.

 No hace falta decir lo gratificante que es para mí poder hablar con ella de tantas y tantas cosas, hasta el cansancio, y ver a su mamá haciendo lo mismo; cada uno en su idioma.

 También me llena de muchísima ilusión paterna pensar que, así como hoy hablamos con ella, embelesados, de todo lo que ocupa su mundo infantil, en unos 6 o 7 años más la escucharemos y la aconsejaremos, por ejemplo, cuando nos confíe lo que siente su corazón de niña dulce y soñadora, por ese compañerito de la escuela…

Consejos prácticos para enseñar español al bebé desde su nacimiento:  

  1. Háblele a su bebé en español desde que nazca, todo el tiempo. Y no se preocupe en lo absoluto por el japonés. De eso se encargarán naturalmente su pareja, los abuelos japoneses y la sociedad nipona en general.
  2. Háblele al bebé de modo que él pueda verle la boca a Usted, preferiblemente. Está demostrado que ellos aprenden a hablar sobre todo imitando los movimientos vocales.
  3. Comparta sus pensamientos con el bebé, cuando esté cuidándolo (generalmente, aunque físicamente cerca de nuestro bebé, estamos «solos con nuestros pensamientos»). Así ambos se sentirán más acompañados, al tiempo que le estimula la audición a su retoño.
  4. Arrúllelo con las mismas canciones de cuna que la(o) arrullaban a Usted. Así le estará enseñando simultáneamente idioma y tradición.
  5. Póngale discos de canciones infantiles en español, a la hora del juego y el ejercicio. Algunas canciones movidas están en ritmos populares latinoamericanos, con lo que también le estará transmitiendo al bebé su cultura musical.
  6. Póngale videos de dibujos animados en español, cuando Usted considere que está en edad de prestarles atención. Aprendemos a hablar por repetición y asociación, y a falta de un contexto social hispano, los videos contienen situaciones comunicativas que se repiten, con diálogos, palabras y frases que el niño irá identificando poco a poco, e incorporando a su vocabulario.
  7. Procure participar en reuniones de convivencia con hispanohablantes, donde el niño pueda escuchar el español en otros adultos y niños, Y donde se empapará, además de nuestra cultura latina e hispana.

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